Cuando las cosas se ponen difíciles, en ocasiones, nos esforzamos por “mantener el equilibrio” negando el miedo, la rabia o la tristeza que podemos estar sintiendo.
Las emociones no resisten el cautiverio ni aceptan cuarentenas; de algún modo se abren paso filtrándose en la conversación, el lenguaje corporal, el tono de voz o la expresión facial.
Las emociones no expresadas inundan la mente bloqueando nuestra capacidad para escuchar y abrirnos con curiosidad al mundo y a la perspectiva del otro.
El aislamiento social impuesto por la pandemia nos desafía a participar en un taller de manejo de las emociones, autoconocimiento y convivencia (aunque sea con nosotros mismos).
Verbalizar y expresar lo que estamos sintiendo en estas semanas nos ayudará a transitar la cuarentena más livianos, y aprender más de esta experiencia.🙌