En este mismo instante en que se encuentra leyendo estas líneas, seguramente millones de personas en el mundo, están ocupadas participando en una reunión.

Reuniones para negociar, informar, tomar decisiones, definir planes, resolver problemas, intercambiar ideas, motivar a equipos, presentar proyectos, etc.

Lo cierto es que las reuniones son un vehículo valioso y muchas veces necesario para la vida de los sistemas humanos.

Es así como las organizaciones, de todo tipo en el mundo, invierten una porción muy importante de su presupuesto en reuniones.

Inconducentes, inoportunas, desordenadas, improductivas… estas son algunas de las consideraciones que las personas hacen con relación a las reuniones en las que participan. Como resultado las reuniones terminan siendo percibidas como una pérdida importante de tiempo, energía y dinero lo cual se traduce en una considerable frustración.

Para tener una reunión productiva no alcanza con convocarla. Es menester que, quien convoca a la misma se ocupe de atender y definir una serie de claves que hacen al proceso y sus resultados.